martes, 1 de septiembre de 2009

¡Pamplinas!… Digo, "Caplina"

Hace tiempo se nos viene rondando, a mi novio y a mí, la idea de aprovechar al máximo los beneficios que ofrece el BCP con sus cupones de descuento, especialmente en lo que a comida se refiere. Así que el domingo que pasó, nos aventuramos a "Caplina". Digamos que el solcito de agosto, un domingo relajado sin las niñas y un nada despreciable 50% de descuento nos guiñaron el ojo. ¿Alguien se puede resistir a esta excelente combinación?

Llegamos temprano al local de Miraflores de General Mendiburu y con todo el tiempo del mundo a nuestro favor, miramos la carta entera para deleitarnos. Yo tengo la manía de querer leerlo todo primero y escoger después, así que suelo demorarme en imaginar cada uno de los platos en mi mente, para luego aterrizarlos en mi boca. Si ambos están de acuerdo en que es la mejor opción, recién ahí llega el momento decisivo: el uno o el otro.

Para mi mala suerte, los platos ofrecidos estaban redactados de una manera, digamos, poco "afinada": no invitaban mucho a la imaginación, ya que no eran suficientemente descriptivos o estaban escritos sin mucho cuidado de estilo. ¡Qué importante el hecho de que estén bien presentados, no provocaba nada la lectura! Ahora comprendo lo indispensable de escribir bien la carta de un restaurante.

Haciendo caso omiso a la redacción, nos concentramos en pedir las exquisiteces que podrían sonar interesantes. Lo que sí había era muchos platos para escoger, todos ellos bien organizados sobre sus rótulos. Así que para no hacer esperar al mozo, van dos Cusqueñas bien heladas, para comenzar y extender el momento de la elección.

Teníamos ganas de comida más gourmet, así que lo clásico fue dejado de lado. Entonces, miramos las "manos" (que así las llaman): un set de 5 cucharitas de entradas frías. Pedimos la "Mano Yungay" (pescado con una salsita de ocopa) y la "Mano Mariscuyá" (picadito de mariscos, rocoto y apio con un juguito de maracuyá). Fue extraño, porque aunque la carta ofrecía 5 cucharas por mano (y el mozo lo recalcó), nos terminaron trayendo 6 en cada una. Mi novio dice que era para evitar la discordia.

Yo muero por la ocopa. De hecho, si tuviera que morirme ahogada en una salsa, sería esa, sin lugar a dudas. Sin embargo, la sentí demasiado aguada, sin la cremosidad a la que uno está acostumbrado de esa majestuosa salsa arequipeña. También esperaba que el pescado estuviera más fuerte, no tan blando. Así que tuvimos nuestra primera decepción de la tarde, que recién acababa de comenzar.

Todo lo contrario nos pasó con las siguientes 6 cucharitas: las de maracuyá. Una mezcla estupenda de un picante poderoso, pero soportable; una fruta de la pasión fuerte, presente y haciendo un maridaje fantástico con los trocitos de mariscos; y el apio y el rocoto coronando la mezcla. Una muy excelente combinación que bailó festejando en nuestra boca.

Si seguimos la lista de mis top 5, las causas están dentro de ella. Personalmente pienso que no hay forma de resistirse a una buena masita de papa con el ají tan peruano, el toque exacto de nuestro característico limón ácido y el punto de sal necesario. Así que en nuestra orden no podía faltar una de sus versiones, la elección fue la "Causa gratinada con camarones y corvina".

Cuál fue la tremenda decepción cuando vino a nosotros el puré de papas más soso que jamás probé. ¡No lo podía creer! Yo pensaba: "esto es para denunciarlos: ¡vender puré de papa como si fuera causa, no tiene nombre!". Además, el gratinado no mostraba generosidad en su queso y la salsa que coronaba el plato era tan suave que casi no se percibía el sabor. Los camarones estaban bien, aunque un tanto secos para mi gusto, y la corvina, pobrecita, era tan insípida, que no se le hizo justicia. ¡Qué culpa tiene (la corvina y la causa)!

Los dos platos de fondo que pedimos tenían que ser especiales, uno sobre todo, ya que estaba anunciado en el pizarrón de la entrada: "Espada en barbacoa en saúco" (¿esa redacción es mía o de ellos? Vamos a hacerles un favor y decir que lo copié mal). La sumilla mencionaba: pisco, rocoto y saúco con salsa de barbacoa. Lo siento, pero el sabor fue tremendamente atroz. Del pisco, apenas se dejaba sentir; del rocoto, si te vi no me acuerdo; y el saúco no sé dónde lo dejaron, porque no había ni rastro, todo era salsa barbacoa. ¡Salsa barbacoa! ¡No puede haber nada menos inventivo! Yo que alucinaba los pedacitos de saúco ahí flotando (como en la mermelada) entre una salsa maravillosa con aroma de pisco y el rocoto presente con un "toque" de salsa barbacoa... Un crimen, sinceramente.

Otra cosa que no comprendo es cuando te ofrecen un plato en la carta y no mencionan todos los acompañamientos. Este venía con una especie de risotto con queso parmesano encima. ¡Horrible! Bueno, si intentaba ser un risotto, fatal. Si era arroz normal, ya no sé qué decir. No había sabor (¿o la salsa barbacoa había matado todo lo demás?).

Finalmente, el último plato fue un "Adobo de pez espada" (no podíamos resignarnos a matar al pez espada de esa forma con la salsa barbacoa), así que pedimos esta delicia que terminó siendo bastante buena. La sumilla rezaba algo así como: tacu-tacu con cebolla glaseada, y pez espada macerado en chicha de jora y especies.

El pez espada estaba espectacular: un corte grueso, jugoso, con el macerado de chicha de jora haciéndole honor y rindiéndose ante las especies que lo coronaban como a un rey con espada, más bien. Lamentablemente, el tacu-tacu nos llegó tibio y un tanto seco. No pudimos contenernos y se lo comentamos al mozo, que inmediatamente y con suma amabilidad, se ofreció a traernos el plato como era debido. Cuando este estuvo de vuelta, nos dimos cuenta de que era el mismo plato ¡¡¡calentado al microondas!!! Como era el mismo contenido, el pez espada perdió toda la humedad que tenía por dentro, el tacu-tacu se secó aún más, y el plato terminó matándose a sí mismo.

Eso es algo que tampoco comprendo: si un comensal te comenta que la comida que le acabas de traer está tibia o fría (o sea, una queja, salvo que el plato sea de esa característica), ¿cómo es posible que te traigan la misma comida recalentada? Increíble, pero trágicamente cierto.

Sin más rodeos, el postre: de una variedad de cinco de ellos (solo recuerdo el crocante de lúcuma, el crocante de guanábana, el tres leches de vainilla y el suspiro a la limeña), pedimos el crocante de lúcuma. Cuando ofreces un postre, también (y creo que especialmente) tienes que ser delicado con el tema. Si esperas un crocante de lúcuma y te traen una especie de crema volteada de lúcuma con pecanas acarameladas y un poco de merengue a media caña... Pero no, no estuvo malo. De hecho, estuvo bastante rico, pero seamos honestos: eso no fue precisamente un crocante de lúcuma. Sin embargo, estuvo bien y el baño de chocolate le dio un toque especial, pero aun así, no terminó por deslumbrar.

Como me dijo mi novio al salir del lugar, quizá si nos hubiésemos ajustado a pedir únicamente lo tradicional (ceviches, tiraditos, etc.), esta crónica sería enteramente halagadora. Vamos a darle el beneficio de la duda y regresaremos para resarcirnos... cuando haya otro 50% de descuento.