martes, 18 de noviembre de 2008

Y es que sucede así

Es increíble esto del cuerpo humano. ¿Cómo puede ser que todo tenga una relación tan íntima? Por ejemplo: uno pasa de estar "tranqui", pausado, "relax", absorto en sus cosas, realmente intocable, estabilísimo... Cuando de pronto: ¡cataplán!, algo pasa. Todo cambia. La química de nuestro cuerpo se desbarajusta totalemente.

Hay una marea de burbujas que suben y bajan a una velocidad vertiginosa; la garganta se llena de un aire que ahoga, como que se volviera sólido, denso, entremadamente opresor; el corazón: palpitante inevitablemente, frenético en extremo, casi taquicárdico; y las sonrisas (qué lindas) se desbordan, sobrasalen de los límites explicables, comienzan a esparcirse, a brotar (incluso en los momentos menos adecuados), son inevitables.

Pero también hay quien sufre de sudoraciones, calores, tics, hasta mareos y pérdida de visión.

¿Identificación con alguno de estos síntomas? Cualquier semejanza con la realidad...

Una planta en la oficina

Hay días poco creativos, donde no se nos ocurre nada por plasmar. Y déjenme decirles que: eso asusta. Asumir nuevos retos implica afrontarlos y, por lo tanto, cumplir (lógicamente). ¿Y qué pasa si tu cerebro se secó por unas horas? ¿Qué pasa si tu "deadline" (no hay mejor palabra para describir la situación) es YA y tu papel sigue en blanco (sin descontar la mirada tipo dedo -si es que existe-) de la gente que te rodea y que espera que cumplas con el cronograma?

Ser un artista requiere tiempo y paciencia. Hay días de inspiración y días... de mierda. Lamento tanta sinceridad en mis palabras poco finas. Lo siento, la situación me ha llevado al extremo.

Yo no era de las que se tomaban el respiro. Más bien de las que se la pasaban forzando a la materia gris a producir contra corriente, sin importar las esferzas que la rodeaban. Quizá hoy esas esferas son demasiado fuertes para mí, quizá aprendí a relajarme (un poquito) y dejar entrar aire a mi mente. Pero aún así, hoy estoy hecha una planta.